PODER, Mexico's premier business magazine, ran a story in their November publication featuring Open English as an example of the resurgence of entrepreneurship in Latin America. A decade after the burst of the internet bubble, the region now boosts over 100 million broadband connections and enviable growth rates. Although regional shipping and the need for multi-currency payment portals still present a challenge, this new chapter is full of promise for internet-based service offerings.
Full story: Open English en la revista PODER
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A finales de los años noventa se presentó en el mundo una conjunción de tecnología, dinero y creatividad que dio lugar al surgimiento de un fenómeno al que se llegó a calificar de “nueva economía”: el boom de las empresas puntocom. Muy pronto se hizo evidente, sin embargo, que había más dinero que tecnología, y que la creatividad desbordada de cientos de entrepreneurs –término que entonces se puso muy de moda–, no era suficiente para convertir en mercado lo que entonces no era más que una gran curiosidad. Y la “nueva economía” se convirtió en burbuja, y la burbuja explotó.
Diez años después hay más tecnología y menos dinero. Pero subsiste la creatividad. El creciente ancho de banda y la gran proliferación de dispositivos conectados a la red (ahora internet 2.0), han preparado el camino para el resurgimiento de los emprendedores. Y América Latina –aunque de manera tímida– no podía ser la excepción. A proyectos informativos impulsados por el auge de las llamadas redes sociales y de fenómenos como Twitter, se suman emprendimientos de alcance regional como Open English.
Después de vivir en ocho países –como buen hijo de diplomático– Andrés Moreno adquirió el amor por los idiomas, en especial por el inglés que es la lengua global. Y estando a punto de terminar la carrera de Ingeniería Mecánica en su natal Venezuela, conoció a uno de los fundadores de Loquesea.com –uno de los portales que naufragó en el tsunami de las puntocom– y montaron una empresa dedicada a mejorar el inglés de los ejecutivos de las trasnacionales que operaban en su país.
Pronto comprendieron, sin embargo, que la logística del negocio –completamente offline– era muy complicada. Desde el reclutamiento de profesores nativos en el idioma (llevaban a Venezuela egresados universitarios de Estados Unidos que querían aprender español), hasta los desplazamientos del personal a sitios apartados de Caracas para satisfacer las necesidades de muchos de sus clientes.
Moreno volvió entonces sus ojos a internet. El auge de sitios como Facebook y Skype demostraba que era posible comunicarse en tiempo real y de manera fluida por la red, y se lo ocurrió que el sistema era perfecto para potenciar un sistema de aprendizaje virtual. Habló con Wilmer Sarmiento, su mejor amigo de la universidad y un programador autodidacta de primer nivel, y decidió dejar Optima –su empresa anterior– y lanzar Open English.
Después de tantear el ambiente en Silicon Valley, resolvió que lo mejor era hacer una ronda interna de financiamiento, y comenzó la empresa con el apoyo de varios angel investors. Se asoció con el Grupo Cisneros –propietario del primer canal de televisión educativo para adultos en América Latina– con el fin de producir los primeros contenidos, y después de año y medio de trabajo lanzó una prueba piloto de su sitio de internet. Los primeros cursos fueron gratuitos y más de 40,000 personas entraron a la página.
Hoy, casi tres años después, Open English compite con escuelas tradicionales como Berlitz y Wall Street. Aprovechando las ventajas de la tecnología, ofrece clases en vivo, con profesores nativos –radicados en diferentes partes del mundo, lo que permite una gran flexibilidad de horarios– y cuenta con un equipo de asesores que hacen constante seguimiento al progreso de los alumnos y los motivan para que no abandonen sus cursos. La experiencia es similar a la de una escuela normal, sólo que se hace a través de internet, lo que permite llegar a cualquier estudiante y de manera personalizada.
El ser una escuela en línea permite, además, una reducción de costos. “Mientras un curso promedio en una escuela normal cuesta de 3,000 a 5,000 dólares, Open English ofrece un curso de 12 meses, que garantiza fluidez final en el idioma, por el equivalente a 1,000 dólares –dice Moreno–. En lugar de libros y fotocopias ofrece 500 horas de contenido interactivo y no hay que moverse de la casa o la oficina para estudiar el idioma. Durante 18 horas, cada hora comienza una lección en vivo. Y para un grupo de no más de cinco estudiantes”.
Moreno asegura que aprendieron muy bien la lección que dejó el estallido de la burbuja de principios de siglo. “Lo que pasó con las puntocom es que muchas empresas quisieron que la tecnología reemplazara el factor humano. En nuestro caso no queremos hacer eso. Queremos que los procesos sean eficientes a través de la tecnología, pero que sea el factor humano el que realice la interacción con el estudiante. Por eso, además de los profesores, tenemos un call center con asesores de estudio”.
Por lo pronto, las cosas parecen marchar bien. En 2009 –el primer año completo de operación– vendieron 1,000 cursos, sólo en Venezuela. Hoy tienen usuarios en 12 países y esperan acabar el año con más de 7,000 cursos vendidos. Han firmado convenios para el pago local en 16 monedas, y el programa se puede utilizar desde cualquier país de Latinoamérica, Estados Unidos, Canadá y España. Hace poco cerraron una ronda de financiamiento por cinco millones de dólares para expandir su presencia en la región, y formaron una sociedad con el Grupo TV Offer, el canal de ventas directas más grande de Centroamérica.
Lo que empezó siendo un proyecto para tratar de resolver los temas por los cuales las personas no aprendían el inglés –materiales anticuados, profesores no nativos, falta de motivación, ausencia de personalización de los programas– se ha convertido en un emprendimiento con todos los visos de consolidarse como una gran opción para perfeccionar el idioma universal. Un resurgimiento del startup en América Latina. En palabras de Moreno: “De servicios que no vienen porque Amazon.com sacó una filial en Latinoamérica, sino porque emprendedores latinoamericanos, financiados con capital latinoamericano, están haciendo cosas interesantes”.
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